sábado, 27 de agosto de 2011

Reflexiones de Cultura y crianza

Transcribo las conclusiones de un libro que me pareció esclarecedor en cuanto a crianza en muchas culturas. Tenemos mucho que mejorar, es preciso volver al principio, cuando lo que se seguía eran los instintos y no libros con características conductistas o dictámenes regidos por una sociedad absolutamente consumista a la que por desgracia no le importa casi nada el ser humano y sus necesidades reales, de amor, contención y comprension. Todo lo que no hemos recibido desde que estábamos en el vientre de nuestra madre lo seguiremos buscando eternamente en nuestra pareja, en cosas materiales, en adicciones, ansioliticos y antidepresivos, por nombrar algunas.

"Hemos visto una diversa gama de ejemplos de como sociedades tradicionales e industrializadas crían a sus hijos fundamentados en los objetivos que sus padres tienen para ellos. La mayoría de estas se basan en una entrega incondicional al niño, siendo responsivos a sus demandas y asumiéndolos como seres indefensos que necesitan cobijo permanente. Sin embargo; hay ciertas experiencias esenciales, atinentes a la crianza de los bebes, en los cuales el mundo occidental industrializado ha tomado un rumbo muy distinto al determinado por nuestra evolucion. (Liedloff, 2003).
Al parecer la crianza no ha quedado inmune ante los estragos que el hombre de nuestra sociedad a causado en el orden natural de todo el planeta, distanciándose de sus raíces naturales, históricas, de sus instintos, generando conductas poco sustentables, destruyéndose a si mismo y al evolucionadisimo sentido común e instinto que había guiado su conducta.
Si seguimos la linea que se expuso en el presente trabajo de como las economías imperantes influyen en la crianza de los niños mediante los padres, el sistema capitalista toma un rol protagonico en el análisis y nos hace recordar la "alienación" que sufre el individuo, descrita por Carl Marx, donde este se separa de sus raíces para quedar sometido a un sistema económico que no integra lo mas humano. La diada madre-hijo se ha alejado del estado de bienestar y cuidados básicos que se le debiera entregar al infante. El estilo moderno de "dejar solo al niño" pareciera, entonces, tener relación con el objetivo parental de fomentar la independencia y seguridad en si mismo, producto del sistema económico imperante para el cual estas características son funcionales y adaptativas. Este tipo de crianza logra todos su frutos: el individuo independiente, exitoso, pero también desconectado, inseguro, necesitado de afecto, devorador de consumo y ambiciones.
Como lo plantea Laura Gutman, el tipo de crianza que estamos dando a nuestros hijos, encierra una especie de violencia invisible, que afecta de manera determinante a los bebes y tiene repercusiones tanto individuales como sociales. Tal como se merma la autoestima al golpearlo, los padres poco responsivos, que no acude a responder a sus demandas emocionales de manera apropiada, producen el desafortunado efecto en sus hijos de hacerlos sentir que no han sido "suficientemente buenos para sus padres" y no merecen su amor.
Cuando sus llantos, sus dudas y sus miedos no son tomados en cuenta, lo atribuyen a carencias de ellos, lo que empobrece de manera significativa el concepto de si mismo. Esta falta de maternaje genera individuos sumamente vulnerables emocionalmente y dependientes en la adultez (Gutman, 2006). Con el paso de los años la carencia y el hecho de no haber sido tomados en brazos, acunados, mecidos, escuchados, consolados, va tomando diferentes formas. Una de ellas es la de sentirse constantemente insatisfechos, una sensacion permanente de descontento que existe en los individuos de nuestra sociedad, donde siempre se están esperando que las cosas sean de otra forma para ser completamente feliz, donde todo tipo de "sucedáneos para el bienestar" cobra fuerza y se abre el terreno fertil para las adicciones y las conductas violentas (Liedloff, 2003). Existe de manera muy generalizada en los adultos de nuestra sociedad una incapacidad de sentirse bien, reconfortados, "porque si", disfrutando del aquí y ahora. Así vemos como la felicidad se transforma en una meta, muchas veces inalcanzable. (Lidloff, J. 2008)
Con esta vivencia emocional a la base es muy difícil amar sanamente, por que siempre se tiene miedo de perder al otro, de no ser querido simplemente por lo que se es y en el momento que se tiene, viene un miedo incontrolable a perderlo, el mismo que debe vivenciar el bebe los pocos momentos que es tomado en brazos, y que al poco tiempo es dejado nuevamente en su cochecito, silla o cuna, lugar inmóvil, frío, que por mas tecnología que tenga nunca se comparara al cobijo de los brazos de las madres.
"Solo una vez que reconozcamos plenamente las consecuencias del trato que damos a los bebes y aprendamos a respetar el verdadero carácter de nuestra especie, podremos descubrir con mucha mas profundidad nuestra potencial capacidad para ser felices," (Liedloff, 2008, p.214).
Si una mujer se diera cuenta de la tortura que significa para su hijo que lo dejen llorar, que su misma madre, el único ser en el cual confía y ama ante todo, no lo alze cuando estira los brazos, no lo tome en cuenta cuando demanda atención, no este a su lado en las largas y obscuras noches o no lo cobije cuando se frustra, seguramente su conducta cambiaria. Y si en vez de seguir tanta receta externa, las madres siguieran sus propios instintos se darían cuenta de una innegable sensacion de bienestar. Esto les hablaria por si solo de lo que somos, de nuestra naturaleza y de que basta solo eso para ser buenos padres...escucharse a si mismos. (Assis, M. 2008)

Tomado de Cultura y Crianza (Mariana Assis Garibaldi)

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